Orquestas oficiales del campo de Auschwitz
[...] y por primera vez, desde que entré en el campo, el toque de diana me atrapa en medio de un sueño profundo y su sonido no responde a nada. A medida que se distribuye el pan, uno puede escuchar, lejos de las ventanas, en el aire oscuro, que la banda comienza a tocar. Los compañeros sanos parten en brigadas de trabajo. No se puede oír bien la música desde la Ka-Be [Krankenbau o enfermería de reclusos]. El redoble de los tambores grandes y los platillos nos llegan continua y monótonamente, pero en esta trama las frases musicales sólo tejen un patrón intermitentemente, de acuerdo a los caprichos del viento. Todos nos miramos desde nuestras camas porque todos sentimos que esta música es infernal. Son pocas melodías, una docena, las mismas cada día, cada mañana y cada tarde: marchas y canciones populares, que les gusta a todos los alemanes, se encuentran grabadas en nuestras mentes y será lo último en el campo que vamos olvidar. Son la voz del campo, la expresión perceptible de su locura geométrica, de la resolución de otros por aniquilarnos primero como hombres para luego matarnos más lentamente. Cuando esta música suena, sabemos que nuestros compañeros, afuera en la niebla, están marchando como autómatas; sus almas están muertas y la música los conduce, como el viento impulsa a las hojas secas y ocupa el lugar de sus voluntades... [...]
Las palabras de Primo Levi nos recuerdan enfáticamente que la música fue explotada deliberadamente como parte del terror de los campos nazis. Pero además de cantar por obligación (que dominó la vida cotidiana en los campos), las orquestas oficiales de los campos se convirtieron en una especie de símbolo musical inconfundible de algunos campos. En ocasiones había varios conjuntos en un sólo lugar, como en Auschwitz.
Orquestas oficiales del campo
Las orquestas oficiales de los campos contaban con músicos amateur y músicos profesionales y eran comandadas por la administración del campo. La primera banda de Auschwitz se creó por indicación de las SS en diciembre de 1940. Como consecuencia, siete músicos se reunieron con sus instrumentos (violín, percusión, contrabajo, acordeón, trompeta y saxofón), ya que fueron enviados desde sus hogares hacia el campo, y comenzaron los ensayos el 6 de enero de 1941 en la barraca 24 del campo principal. Este conjunto creció rápidamente con el permiso de las autoridades del campo y se dividió en una orquesta sinfónica con más de 80 artistas y una banda de música con alrededor de 120 músicos. Siguiendo el modelo del campo principal, posteriormente se formaron bandas en el campo de mujeres de Birkenau, en el de hombres, en el campo de “gitanos”, en el familiar de Theresienstadt y también en Monowitz y en algunos sub-campos. Éstas generalmente eran bandas musicales medianas con cuerdas y existieron por varios meses e incluso años. La orquesta del campo de mujeres de Birkenau (la única orquesta femenina de ese campo) se hizo conocida para un público más amplio a través de las memorias controvertidas de Fania Fenelon y la película Playing for Time.
El repertorio de las bandas de prisioneros en todo el complejo de Auschwitz incluía, además de composiciones especiales del campo, todas las formas de vida musical contemporánea: marchas, canciones, música de salón, música ligera, música de baile, canciones populares, melodías de películas y opereta, y música clásica y extractos de ópera, como por ejemplo la canción popular "Los mejores momentos de mi vida", la Sinfonía n° 5 de Ludwig van Beethoven o Arbeitslagermarsch (“Marcha del campo de trabajo”) de Henryk Krol compuesta en Auschwitz. Cada programa era determinado sobre todo por el interés de las autoridades del campo, la función asignada a cada orquesta, el nivel de la orquesta, su personal y sus posibilidades de ensayo. Por un lado, los comandantes del campo oficialmente crearon orquestas de reclusos porque habían visto una en otro campo de concentración y por lo tanto también querían tener su "propia" banda de prisioneros, por una cuestión de prestigio y también por el entusiasmo por la cultura. Por otra parte, las administraciones del campo podían utilizar al conjunto de muchas maneras en las operaciones diarias del mismo. Sin lugar a dudas, el apoyo de una banda requería de un considerable desembolso organizacional, ya que había que conseguir partituras, instrumentos y otro tipo de asistencia, salas de ensayo, músicos talentosos, y también había que identificar directores de orquesta entre los prisioneros. Como los músicos de una banda del campo generalmente se concentraban en un equipo de trabajo especial con cuartos comunes, gozaban de ciertos 'privilegios' con respecto a la vivienda, trabajos forzados y raciones en comparación con otros reclusos. Por lo tanto, se ubicaban en los escalafones superiores de la jerarquía de prisioneros.
El objetivo de estas bandas
Uno de los usos más importantes de las orquestas oficiales del campo fue (como se ve en la cita de Primo Levi) la coordinación de la marcha de los comandos de trabajo al ritmo inexorable de la música, que muchos reclusos sólo percibían subliminalmente debido al agotamiento y la apatía. Krystyna Zywulska explicaba:
a menudo volvíamos del campo con el cadáver de un camarada en nuestros brazos y teníamos que marchar al compás de la música con la pierna izquierda.
En contraste con esto, Franz Danimann describió cómo la obertura Leonora de la ópera Fidelio de Beethoven, interpretada por la banda oficial durante la toma de lista en el verano de 1943, reforzó su voluntad de sobrevivir:
Me daba cuenta de la similitud de nuestra situación con la de Florestán en el último acto. Debió haber muerto por ser testigo de los delitos de Pizarro, al igual que las SS buscaban la destrucción de los prisioneros. Pero la música nos hizo no desesperar ni perder las esperanzas.
El uso de música incidental y de fondo para los castigos públicos y las ejecuciones fue una demostración del poder ilimitado de las SS. El trompetista Herman Sachnowitz, entre otros, describió sus obligaciones en Monowitz de la siguiente manera:
Cada mañana tocábamos, cuando los equipos de trabajo de prisioneros partían; lo mismo sucedía por la noche, cuando regresaban al campo [...]. También tocábamos en otras ocasiones, especialmente durante las ejecuciones que por lo general tenían lugar los domingos por la tarde o por la noche... Tal vez intentaban tapar las últimas protestas y maldiciones con música. Un espectáculo grotesco que había sido ordenado al más alto nivel. Y los hombres de las SS nos rodeaban con armas cargadas.
Otras tareas de las bandas del campo incluían apariciones en obligaciones ceremoniales, tales como feriados nazis o recorridos de inspección. En el campo principal, la banda tocaba para entretener al comandante del campo SS-Obersturmführer Rudolf Höss, pero algunos domingos también lo hacía para entretener a los reclusos, si estos no utilizaban esas pocas horas libres de trabajo para recuperarse físicamente o si aceptaban este entretenimiento cultural impuesto. Además de esos conciertos públicos, algunos prisioneros participaban en los ensayos de la banda y otras ofertas semioficiales. Este ejemplo revela que las bandas oficiales brindaban un gran estímulo para la vida musical auto-iniciada en los campos, especialmente para la música instrumental, ya que a veces se creaban grupos musicales clandestinos y adicionales cerca de las bandas oficiales y se simplificaba así el uso múltiple de los instrumentos musicales.
Los miembros de las bandas del campo también debían tocar en funciones privadas no oficiales para los guardias. Habitualmente le ordenaban a Helena Dunicz-Niwinska, por ejemplo, que reuniera a la orquesta de mujeres de Birkenau y que tocara en el cuartel de control de las SS. Luego, "los entendidos entre las SS, llegaban después de la selección y escuchaban obras de Grieg, Schumann y Mozart para relajarse". Aunque los rangos superiores del personal de Auschwitz estaban instruidos musicalmente y se interesaban por la música clásica en particular, los rangos inferiores organizaban entretenimientos musicales con pequeñas bandas elegidas de las orquestas oficiales o elegían reclusos individuales como obedientes esclavos musicales para complementar sus borracheras, orgías y fiestas. Los otros prisioneros a menudo miraban a los músicos reclusos con envidia y desprecio. Pero en la situación extrema del campo, el conocimiento musical era útil para obtener raciones de alimentos adicionales en agradecimiento por tocar para las SS, para los "VIPs" y para funcionarios de prisioneros influyentes. Los miembros de la banda del campo de Auschwitz I, por ejemplo, formaron un conjunto pequeño de jazz con jazz holandés y música de baile que incluía al trompetista Lex van Weser, según él mismo recordaba en una carta. Tocaron espontáneamente en muchas barracas de prisioneros desde septiembre de 1944 hasta que el campo fue evacuado el 18 de enero de 1945:
Íbamos a varias barracas y luego tocábamos para los otros reclusos. Recibíamos pan, wurst y mermelada de los prisioneros destacados y a veces también recibíamos cigarrillos, que podíamos intercambiar por otros artículos.
En Birkenau, los músicos prisioneros debían cumplir tareas repulsivas, lo que dejó una imborrable sensación de culpa y depresión entre muchos músicos sobrevivientes. Las bandas de los campos en ocasiones debían tocar junto a la plataforma del ferrocarril durante las selecciones con el objetivo de engañar a los recién llegados. Erika Rothschild recordaba que
del vagón de ganado nos hacían formar fila [...]. Además, tocaba una banda conformada por los mejores músicos prisioneros y, dependiendo del origen del transporte, tocaban música folclórica polaca, checa o húngara. La banda tocaba, las SS torturaban y no había tiempo para pensar [...]. Una persona era trasladada al campo y otra, al crematorio.
Helena Dunicz-Niwinska, miembro de la orquesta de mujeres de Birkenau, describió las reacciones de los prisioneros recién llegados: "Con frecuencia alguien escuchaba ávidamente los sonidos de la música, a menudo alguien extendía su mano [...]”. Sin embargo, no todos los reclusos recién llegados eran engañados por ese "saludo de bienvenida" musical. La llegada de nuevos transportes, las selecciones y las caminatas hacia la cámara de gas no siempre iban acompañadas de música, sólo ocasionalmente.
Por Guido Fackler
Referencias
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