Cuando se habla de composición musical durante el Holocausto, los historiadores y los musicólogos cuentan las historias de los músicos que crearon arte bajo las circunstancias más inhumanas, y también surgen los recuerdos personales de los sobrevivientes, que recuerdan la fuerza y la voluntad de vivir que les dio la música. Una de las voces más poderosas para contrarrestar esta tendencia de idealizar al mundo musical de los campos de concentración es la del compositor y director de orquesta judío polaco Szymon Laks. Sus memorias, escritas poco después de la guerra, fueron controvertidas, precisamente porque se oponía a la creencia popular de que la música generaba esperanza y una especie de "autodefensa mental" a los prisioneros. Laks afirmaba que
nunca me encontré con un prisionero que encontrara valentía en nuestra música, y nuestra música nunca salvó ninguna vida.
Laks era músico profesional. Cuando fue arrestado se convirtió en miembro de la orquesta de hombres de Birkenau y, finalmente, en su director. Sus memorias, Musiques d'un autre monde (“Música de otro mundo”), siguen siendo uno de los relatos de música más importantes e inquietantes de los campos nazis.
Szymon Laks nació en Varsovia el 1 de noviembre de 1901. Estudió matemática y composición musical en Vilna y en Varsovia, y en 1925 se marchó de Polonia y se mudó a Viena. De allí se fue a París para continuar con sus estudios musicales en el conservatorio. Laks estaba empezando a construir su reputación como compositor cuando los alemanes derrotaron a Francia en 1940.
En julio de 1941, Laks fue arrestado y deportado a Auschwitz. Una de las primeras cosas que notó cuando llegó al campo fue que la banda estaba acomodando sus atriles de música. A pesar de su amplia formación musical, lo enviaron a una unidad de trabajo físico agotadora, donde trabajó por un mes hasta casi colapsar. Finalmente consiguió una audición y fue aceptado en la orquesta, obtuvo vestimenta nueva y se mudó a la barraca de música.
Laks se unió a la orquesta cuando su compatriota Jan Zaborski era el director, un músico trabajador y amable. Zaborski había sido arrestado por entregarle a los judíos certificados de nacimiento falsos. Sin embargo, poco después de la llegada de Laks, Zaborski murió y Ludwik Zuk-Skarszewski estuvo a cargo de la orquesta hasta ser deportado poco tiempo después. Posteriormente quien dirigió la batuta fue Franz Kopka. Mientras sucedían todos estos cambios, Laks era cada vez más valioso para la orquesta: además de ser violinista, se convirtió en el copista y arreglista principal y desarrolló gran habilidad para escribir arreglos que podían sustituir a los solistas, ya que morían o eran deportados. Debido a su habilidad lingüística también se desempeñó como traductor para aquellos músicos que no entendían al director de habla polaca.
Una de las figuras clave en el desarrollo de la orquesta fue el sub-comandante del campo Johann Schwarzhuber. No satisfecho con los espectáculos pobres, Schwarzhuber le exigió más al director de la orquesta e insistió en que las presentaciones debían ser más variadas y más profesionales. Kopka se volvió cada vez más dependiente de la asistencia de Laks, quien consiguió que Schwarzhuber accediera a aumentar el tiempo de ensayo, lo que disminuía la cantidad de horas de trabajo físico que los músicos debían realizar.
Con el tiempo Kopka perdió su puesto y Laks fue nombrado director. Este cambio formal en su estatus le permitió llevar a cabo muchos cambios positivos para los músicos. Hacia fines de 1943, logró que la orquesta se trasladara a una barraca equipada con una sala de música independiente. Allí mejoraron las raciones de comida, las horas de trabajo disminuyeron y cuando había mal tiempo ya no tenían que tocar en el exterior. Laks tenía plena conciencia de la injusticia de estos "privilegios", y no tenía falsas ideas sobre la música que él y su orquesta se veían obligados a crear:
Personalmente, creo que la música era sólo un aspecto de la vida del campo y que dejaba estupefactos a los recién llegados, como pasaba con todo lo que veían en sus primeros días en el campo y a lo que gradualmente y con el tiempo se habituaron - hasta el momento de insensibilidad y aclimatación completa... La música mantenía el "espíritu" (o más bien el cuerpo)... de los músicos solamente, que no tenían que salir para trabajar duramente y podían comer un poco mejor.
Fuera de las temibles marchas de trabajo, para la mayoría de los prisioneros las posibilidades de escuchar música eran muy limitadas. Por un tiempo Laks alternaba las presentaciones del domingo con la orquesta de mujeres de Birkenau, y de vez en cuando invitaban a algunos prisioneros a asistir a conciertos pequeños. Un año, para Navidad, Laks fue enviado a tocar villancicos para las mujeres enfermas de la enfermería. Abrumados por el hedor, casi sin poder respirar, él y sus músicos entonaron una canción navideña. Las mujeres comenzaron a llorar y pronto comenzaron a gritar… les gritaban que se fueran y que las dejaran morir en paz. Profundamente consternado, Laks dijo que "no sabía que un villancico podía generar tanto dolor".
También se le pidió a la orquesta que regularmente diera conciertos de música ligera los domingos por la tarde y que tocara durante las visitas formales al campo o en reuniones privadas de las SS. En otras ocasiones, los hombres de las SS le llevaban a la banda sus canciones y marchas preferidas y le ordenaban que las prepararan. Era doloroso para Laks ver una y otra vez que
cuando un hombre de las SS escuchaba música, en especial el tipo de música que realmente le gustaba a él, de alguna extraña manera aquel se convertía en algo similar a un ser humano... En esos momentos, se agitaba la esperanza en nosotros y pensábamos que tal vez no todo estaba perdido después de todo. ¿Puede la gente que ama la música a ese punto, que puede llorar cuando la oye, ser capaz al mismo tiempo de cometer tantas atrocidades con el resto de la humanidad? Hay realidades que no se pueden creer.
En el otoño de 1944, los músicos fueron trasladados a Sachsenhausen por un corto período y luego a Dachau. En abril de 1945, los prisioneros fueron enviados a una marcha de la muerte, en la que marcharon durante tres días hasta que sus guardias huyeron. Finalmente, el 3 de mayo 1945 llegaron los norteamericanos. Para el 18 de mayo, Laks volvió a París, donde obtuvo la ciudadanía francesa en 1947 y vivió hasta su muerte en 1983. En Francia, se convirtió en un compositor exitoso y escribió obras para orquesta, cámara y voz. En sus composiciones, frecuentemente trabajaba para unir las tradiciones musicales polacas, las canciones francesas y los sonidos folclóricos judíos. Sus memorias, escritas con Rene Coudy, fueron originalmente publicadas en París en 1948 como Musiques d’un autre monde.
Referencias
Gilbert, S., 2005. Music in the Holocaust: Confronting Life in the Nazi Ghettos and Camps, Oxford: Oxford University Press.
Heister, H., Zenck, C.M. & Petersen, P. eds., Musik im Exil: Folgen des Nazismus für die Internationale Musikkultur, Frankfurt/M.: Fischer.
Laks, S., 1989. Music of Another World, Illinois: Northwestern University Press.
Rosen, P., 2002. Bearing witness: a resource guide to literature, poetry, art, music, and videos by Holocaust victims and survivors, Westport, Conn.: Greenwood Press.