Buchenwald

Buchenwald, uno de los campos nazis más grandes y antiguos, albergó a decenas de miles de prisioneros de diversas naciones antes de ser liberado por los norteamericanos el 11 de abril de 1945. Originalmente fue construido para alojar prisioneros políticos alemanes, pero eventualmente se expandió y se convirtió en un amplio campo de trabajo, con muchos campos satélites y unidades de extensión. El primer grupo de prisioneros fue llevado allí en julio de 1937, y para el final de la guerra, más de cincuenta mil personas habían muerto en Buchenwald y en sus sub-campos, víctimas del hambre, del exceso de trabajo, por ejecuciones de las SS y experimentos médicos. Buchenwald también fue uno de los primeros campos que recluyó a miles detenidos únicamente por ser judíos: muchos de los hombres judíos capturados durante el pogromo de la Kristallnacht de 1938 fueron enviados allí. A pesar de los horrores asociados con su nombre, algunos ex reclusos lo que más recuerdan es notable la variedad de música que había. Un sobreviviente recordó:

la música de las canciones de Zarah Leander, que las SS pasaban por los altoparlantes del campo en cada oportunidad; la música marcial y contagiosa que la orquesta de Buchenwald tocaba por la mañana y por la noche en la plaza central donde se tomaba lista, y durante la salida y la llegada de los comandos de trabajo; también la música ilegal, mediante la cual nuestro mundo entraba en contacto con la libertad: la música clásica, que sonaba algunas noches en un sótano del Effektenkammer, interpretada por un cuarteto de cuerdas dirigido por Maurice Hewitt; la música de jazz de una orquesta fundada por Jiri Zak.

A lo largo de su existencia, el campo albergó a muchas figuras conocidas del mundo del espectáculo alemán, como Jura Soyfer, Hermann Leopoldi, Fritz Loner-Beda y Paul Morgan.  

Si bien la gran mayoría de los reclusos de Buchenwald no estaban expuestos a mucha de esta música, la vida cotidiana del campo (a lo largo de sus ocho años de existencia) tuvo una cantidad inusual de actividad cultural. Es un poco extraño pero adecuado, puesto que el campo había sido construido a sólo ocho kilómetros al norte de la ciudad de Weimar, el centro cultural de Alemania y símbolo de la larga tradición de excelencia literaria y musical de ese país.

La experiencia musical más común en Buchenwald estaba relacionada con la tortura musical organizada por las SS, que fue parte de la vida cotidiana de cada recluso. La forma más extendida era el canto masivo forzado. Como miles de reclusos exhaustos se reunían por la noche para el momento en que se tomaba lista, el comandante del campo insistía en que todos cantaran al unísono, afinados y en voz alta. Un ex recluso recordó,

¿Cómo podía [ese] canto salir bien? Éramos un coro de diez mil hombres. Incluso en condiciones normales, y si todos los cantantes hubieran sabido cantar, habría requerido varias semanas de entrenamiento. ¿Y cómo íbamos a vencer las leyes de la acústica? El suelo donde nos reunían medía trescientos pasos o más de ancho. Por lo tanto, las voces de los hombres que estaban del otro lado llegaban a oídos de Rödl [comandante del campo] casi un segundo más tarde que las de los hombres que estaban cerca de la puerta.

El canto también era una oportunidad para que los guardias humillaran y castigaran a los prisioneros arbitrariamente.

Al principio, las autoridades del campo organizaron un concurso para seleccionar la mejor canción del campo. Irónicamente, tanto los prisioneros como los guardias que los forzaban a cantarla, se encariñaron con la canción ganadora, ‘Buchenwaldlied’ (canción de Buchenwald), que se convirtió en la canción oficial del campo. Adaptada a una marcha enérgica, su entusiasta estribillo se concentraba en la libertad inevitable que les esperaba más allá de los muros del campo. Para muchos de los prisioneros, cantar la canción era como un acto de resistencia:

el líder del campo caminaba por allí mientras cantaban y si veía que había alguien que no cantaba lo suficientemente fuerte o que no abría su boca lo necesario, lo golpeaba. Pero la canción de Buchenwald también nos trajo un poco de placer, ya que era nuestra canción. Cuando cantábamos "alguna vez llegará el día en que seremos libres" era  una manifestación, que incluso a veces los oficiales de las SS notaban y que nos podía costar una comida (como castigo).

Como sucedía en la mayoría de los campos nazis, los prisioneros recibían diferente trato según su categoría en la jerarquía racial del nazismo. Los judíos siempre estaban en la parte inferior de la pirámide y eran tratados en consecuencia. Un aspecto único de este abuso en Buchenwald fue el establecimiento de la "Judenlied” (canción judía). Este grotesco himno al antisemitismo fue escrito por un prisionero alemán que quería congraciarse con las SS. Después de pasar lista,  de vez en cuando les pedían a los prisioneros judíos que se quedaran y cantaran la canción una y otra vez, por horas y horas. Cuando Buchenwald recibía visitas importantes, habitualmente hacían cantar a los prisioneros del campo y a los judíos en particular les ordenaban que interpretaran canciones sobre la conspiración judía y las narices aguileñas. Había muchos otros ejemplos de castigos que les imponían a los reclusos judíos. En diciembre de 1938, por ejemplo, varios hombres judíos fueron convocados a la plaza principal. La banda fue forzada a tocar música hasta que los hombres se cayeron. Luego los obligaron a bailar el vals sobre las rodillas y, cuando ya no podían ni moverse, fueron azotados al ritmo de la música.

No sólo los judíos experimentaron este tipo de horrores. El comandante del campo Rödl emplazó un cantante al lado de sus diversos instrumentos de tortura y lo obligó a cantar mientras golpeaban a la gente. Durante el asesinato en masa de prisioneros de guerra soviéticos, la administración del campo a menudo usaba la música para ocultarlo. En una ocasión, el campo entero fue forzado a cantar mientras les disparaban a los prisioneros de guerra. Los guardias del campo también utilizaban frecuentemente el sistema de radio y altoparlantes del campo, tanto para transmitir sus órdenes arbitrarias, para hacer propaganda nazi o para pasar música 'germánica'.

Particularmente durante los primeros años de existencia del campo, la única música que se permitía era el canto que ocurría cuando se tomaba de lista y las diversas formas de tortura musical. Sin embargo, desde el inicio del campo, los prisioneros se involucraron en una amplia variedad de actividades musicales clandestinas. Una de las primeras bandas estaba conformada por prisioneros judíos. Como recordó el ex recluso Carlebach:

Una noche, agotados y sucios, algunos de nosotros cubiertos de sangre, volvimos de trabajar y nos quedamos paralizados, en estado de shock. Sobre dos mesas juntadas, entre las paredes desnudas de las barracas, había cuatro compañeros nuestros sentados tocando a Mozart. Sólo alguien que atravesó los horrores de Buchenwald puede entender el impacto que ello tenía. Y ese impacto fue increíble; aquellos que habían estado al borde del suicidio reaccionaron y descubrieron un poco de coraje y confianza.

Sin embargo, el grupo fue descubierto y, como era de esperar, fue castigado por sus actividades ilegales. Los prisioneros de guerra soviéticos también se las arreglaron para organizar espectáculos musicales para ellos mismos y para los demás reclusos. Llevaban a cabo eventos culturales para celebrar fiestas especiales y cantaban canciones populares. Los prisioneros políticos de Buchenwald también cantaban canciones de la juventud comunista y de los movimientos obreros. Un programa musical especialmente memorable fue el concierto conmemorativo del 18 de septiembre 1944 para Ernst Thaelmann, que había sido el líder del Partido Comunista de Alemania antes de la llegada de los nazis al poder. Thaelmann había sido asesinado en Buchenwald en el mes de agosto. Un mes después de su muerte, los reclusos comunistas y políticos organizaron un espectáculo secreto con conferencias, música, poemas y canciones sobre él y su causa.

Poco después de abrir el campo, las SS de Buchenwald organizaron la creación de una orquesta del campo. La banda original estaba compuesta por un grupo de Roma y Sinti, junto con un clarinetista checo. Como sucedía en otros campos, la orquesta tocaba en la puerta del campo por las mañanas y las noches, mientras los reclusos marchaban hacia sus tareas de trabajo forzado y desde ellos. Los músicos eventualmente eran liberados de otros trabajos y les otorgaban una sala designada para practicar. Sin embargo, a las SS les gustaba pasar su tiempo libre allí y a menudo los desbordaban con peticiones. Cuando tenían visitas, en ocasiones la banda tenía que tocar para encubrir el castigo de los reclusos o para hacer publicidad del ‘buen’ trato que recibían los prisioneros de Buchenwald. El cambio más importante de la orquesta de Buchenwald fue el nombramiento de Vlastimil Louda como director principal de la banda. Bajo su liderazgo, la orquesta tuvo más miembros, expandió su repertorio y mejoró drásticamente la calidad de su rendimiento. Además de la orquesta principal del campo, hubo varios conjuntos más pequeños que tocaron en Buchenwald, incluyendo una orquesta de jazz y varios cuartetos de cuerdas.

En los últimos años del campo, también hubo espectáculos de variedades para los prisioneros. Estos conciertos, generalmente de canto, música, sátiras y chistes, se llevaban a cabo los domingos. Hubo más de veinticinco conciertos de este tipo y la sala estaba siempre llena; no sólo asistían los reclusos, sino también los guardias y el comandante del campo. Los miembros de las bandas y los cuartetos de cuerda participaban, al igual que muchos otros músicos y cantantes.

Buchenwald fue liberado por tropas norteamericanas el 11 de abril de 1945. Para ese momento, miles de prisioneros ya habían sido enviados hacia las marchas de la muerte. Hasta que los últimos internos abandonaron el campo, se designó temporalmente un campo de refugiados. Durante ese tiempo, el Ejército de los Estados Unidos se retiró de la zona y a comienzos de julio de 1945 el campo fue evacuado y entregado a las tropas soviéticas.

Enero de 1946. Página interna del ejemplar n° 1 del periódico idish del campo de refugiados. "Buchenwald: Boletín de la Juventud de Buchenwald en Francia". La columna de la izquierda se titula "Nuestras vidas". En la parte inferior hay un poema llamado "La canción de Buchenwald" (traducido al idish), cantado por todos los internos de Buchenwald. [Fotografía # 44247]

Referencias

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