Desde muy temprana edad, Elja Haifetz estuvo definida por la música. Nacido en Riga (Letonia) en 1912, empezó a cantar en el coro de la Gran Sinagoga Coral a los ocho años y recibió su primer violonchelo a los doce. En 1930 formó la Orquesta de Mandolinas Eljas Heifecs, que introdujo el jazz en Letonia e interpretó música clásica y klezmer.
Elja Haifetz: Música en la oscuridad

Un grupo de amigos judíos letones, uno de ellos tocando la guitarra, posa en el exterior de un edificio bajo la nieve. En la foto del fondo, en el centro, Elja Heifecs. Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos, cortesía de Samuel Heifetz.
Cuando la ocupación alemana transformó Riga en un lugar de persecución, las habilidades musicales de Haifetz se convirtieron en algo más que un arte: se convirtieron en un medio de supervivencia y resistencia. En el gueto judío, donde el agua y la electricidad estaban cortadas y la comida escaseaba, Haifetz siguió actuando.
La supervivencia de Haifetz estuvo marcada por una serie de escapadas por los pelos. Su pelo rubio y sus ojos azules le permitían moverse con menos recelo. Una antigua ama de llaves le dio cobijo temporalmente, y un guardia de la puerta del gueto le ayudó a pasar comida de contrabando a su familia. Cuando su hermano Leibel fue llevado a una fábrica y asesinado, y sus padres murieron en la masacre del bosque de Rumbula, Haifetz siguió encontrando maneras de sobrevivir.
Después de ser trasladado a varios campos de concentración -Kaiserwald, Mühlgraben, Stutthof y, finalmente, Buchenwald- su talento musical volvió a ser crucial. Un capo que buscaba entretenimiento hizo que Haifetz y otros músicos actuaran con instrumentos confiscados a los prisioneros. Esta actuación condujo a su traslado a Buchenwald, una medida que, aunque no fue un verdadero rescate, los separó momentáneamente de la muerte inmediata.

Elja Heifecs dirige una orquesta judía de mandolinas en Riga. United States Holocaust Memorial Museum, cortesía de Samuel Heifetz
En Buchenwald, Haifetz soportó trabajos agotadores en minas de roca y se vio obligado a desactivar minas sin explotar. Sus manos quedaron dañadas, lo que le obligó a cambiar el violonchelo por el contrabajo después de la guerra. Sobrevivió a un brutal viaje en tren de tres días y a una marcha de la muerte a Theresienstadt, a la que llegó gravemente enfermo de disentería y tifus.
Tras la guerra, Haifetz regresó a Riga y reanudó su carrera musical. Conoció a su esposa Khaya a través de un amigo del gueto y de los campos de concentración, y tuvieron un hijo que también se hizo músico. Continuando con la tradición musical de la familia, finalmente se trasladaron a Estados Unidos.
Elja Haifetz murió en 1991 a la edad de 91 años, habiendo transformado su tragedia personal a través de un compromiso inquebrantable con la música.
Fuentes
Notas biográficas de Elja Haifetz, sitio web del Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos, (consultado en noviembre de 2024)