Rumkovski Khayim
Muchos sobrevivientes del gueto del Lodz conocieron a Rumkovski Khayi.
Las primeras tres estrofas hablan alternadamente de los tres Khayim: Khayim Rumkowski, Khayim Weitzmann (el líder sionista) y Khayim der grober (Khayim, el gordo), agente funerario del gueto. El apodo de éste último juega no sólo con su apariencia física (grober en idish significa ‘gordo’) sino también con su profesión (grabber en alemán significa ‘sepulturero’). El verdadero nombre de Khayim der grober era Khayim Perzerkowski; sobrevivió a la guerra y falleció poco después de que finalizara, en Lodz en 1945.
Las dos estrofas finales alaban a Rumkowski sarcásticamente. Podrían ser consideradas tributos hacia el ‘emperador’, para que no se enojase y arrestara al cantante. Quizás estas estrofas fueron improvisadas cuando el cantante vio a Rumkowski en las calles y quizás no las compuso en el mismo momento en que compuso las primeras tres estrofas.
A lo largo de la canción, se hacen contrastes entre ‘él’ (el líder) y ‘nosotros’ (los habitantes del gueto). El nombre Khayim literalmente significa ‘vida’, pero la canción que se compuso en el gueto tiene otras características importantes. En sus muchas capas alusivas a la herencia de la vida cultural judía, temas bíblicos, folclore jasídico y sionismo, ‘Rumkowski Khayim’ es un comentario poderosamente irónico sobre el abuso de poder, la generación de sufrimiento en el prójimo y la negación de la vida: la muerte.
La melodía de ‘Rumkowski Khayim’ que contribuyó con su popularidad en el gueto pudo haber sido adaptada a través de otra fuente. Es característica de la música folclórcia judía con recordatorios de recitación cantoral, lo cual pudo haber dado lugar a su origen. Se presenta en un modo menor. Hace uso de una forma rítmica distintiva de la configuración del texto, pentámetro yámbico, una figura melódica rítmica con una repetición universal. Esta figura, según algunos estudiosos, es característica de la música folclórica judía.
La ‘dulce’ melodía con sus irónicas ornamentaciones cantorales incluye una profunda crítica al sufrimiento diario en el gueto. La combinación entre el texto y la melodía hizo que la canción viviera en la memoria de los sobrevivientes, quienes la cantaron para Gila Flam o la recordaron en sus memorias escritas.