Un legado de esperanza y reconciliación
En mayo de 1948, un Leonard Bernstein de 29 años llegó a Múnich, Alemania, como parte de una gira por Europa. La ciudad, aún conmocionada por las secuelas de la Segunda Guerra Mundial, presentaba un paisaje desolador de destrucción y desesperación. Bernstein, devastado por la visión, escribió a su mentor Serge Koussevitzky:
Múnich es un desastre. Nazismo por todas partes, una economía enferma, gente trabajando por unos pocos cigarrillos al día, judíos pudriéndose en campos, miserables como el que más, y la ciudad en ruinas.
Previsto inicialmente para dirigir la Orquesta de la Ópera Estatal de Baviera, Bernstein se enfrentó a retos inesperados. La orquesta, cuyos miembros judíos habían sido purgados durante el régimen nazi, se declaró en huelga debido a las malas condiciones de trabajo. Este retraso, sin embargo, dio lugar a una oportunidad extraordinaria.
Investigando sobre músicos judíos entre los supervivientes del Holocausto, Bernstein se enteró de la existencia de una orquesta formada por ex prisioneros de campos de concentración en campos de desplazados cercanos. A pesar de los obstáculos logísticos, insistió en organizar conciertos con este grupo, conocido como The Represenzentanc Orkester fun der Szeerit Hapleitah (la orquesta que representa al resto superviviente).
El 10 de mayo de 1948, Bernstein dirigió dos conciertos memorables: una matiné en el campo de refugiados de Feldafing y una función nocturna en el campo de refugiados de Landsberg. El programa incluía obras de Weber, Bizet, Puccini, Verdi y Gershwin. El concierto estuvo a punto de no celebrarse, ya que, según los archivos del JDC, los arreglos se hicieron en el último momento. A pesar de las dificultades, los actos fueron un éxito rotundo.
La orquesta estaba formada por supervivientes del Holocausto e incluía a músicos notables como las hermanas Fania y Henia Durmashkin, cuyo hermano Wolf murió en Klooga. El director y violinista Michael Hofmekler, que se reunió milagrosamente con su hermano después de la guerra, y el violinista y superviviente de siete campos David Arben, que llegó a ser Concertino Asociado de la Orquesta de Filadelfia, también formaban parte de la orquesta.Bernstein, profundamente conmovido por la experiencia, escribió a su secretaria Helen Coates:
"Fui recibido por desfiles de niños con flores, y los mayores honores... Dirigí...Freischütz de todas las cosas y lloré desconsoladamente.
.
Estos conciertos marcaron un punto de desarrollo crítico para Bernstein, como músico y como ser humano. A pesar de los consejos de sus mentores de que se cambiara el nombre para evitar el antisemitismo, Bernstein había tomado la decisión consciente de no ocultar su herencia judía. Es famosa su frase: "Lo haré como Bernstein o no lo haré".
El concierto de Landsberg reforzó esta decisión y ayudó a Bernstein a superar sus propios prejuicios contra Alemania. En una carta a Helen Coates, reflexionaba sobre los obstáculos que tuvo que superar: "juventud, americanismo " judaísmo." La abrumadora respuesta positiva tanto de los supervivientes como del público alemán reafirmó su creencia en el poder de la música para trascender fronteras.
Esta experiencia allanó el camino para los posteriores triunfos de Bernstein en Viena, Salzburgo, Schleswig-Holstein y Berlín. Consolidó su reputación no sólo como director de orquesta de talento, sino como embajador cultural capaz de tender puentes a través de la música.
El impacto de los conciertos de Bernstein en los campos de refugiados de 1948 sigue resonando hoy en día. Para los supervivientes que asistieron o actuaron, fue una experiencia transformadora. Harry Bialor, un superviviente polaco que asistió al concierto de Feldafing, recordaba cómo la actuación de Bernstein le inspiró para estudiar música con más diligencia.
Los conciertos también dejaron una huella indeleble en las familias de los supervivientes. Deb Filler, cuyo padre asistió al concierto, creó un cortometraje titulado "Mr. Bernstein" en 2016. La película explora cómo escuchar a Bernstein dirigir la Orquesta de Personas Desplazadas fue un punto de inflexión emocional para su padre, ayudándole a darse cuenta de que había esperanza para el futuro.
El 10 de mayo de 2018, exactamente 70 años después de la interpretación original de Bernstein, se celebró un concierto conmemorativo en Landsberg am Lech, Alemania. En él se entregó el premio inaugural Wolf Durmashkin de composición, que lleva el nombre del hermano de Fania y Henia Durmashkin, que perecieron en el Holocausto. El concierto de aniversario incluyó algunas de las mismas obras interpretadas en el histórico evento de 1948, esta vez interpretadas por una orquesta de cámara formada por miembros de la Filarmónica de Baviera. También se proyectó la película de Deb Filler, que conecta el pasado y el presente a través de la experiencia compartida de la música. En enero de 2024, el académico e historiador Abraham Peck, que nació en el campo de refugiados, organizó un programa de una semana de duración para conmemorar los 75 años desde que Bernstein dirigió en Landsberg.
Los conciertos de Bernstein de 1948 en los campos de refugiados son un poderoso símbolo de esperanza, resistencia y el poder curativo de la música. Nos recuerdan el potencial del arte para salvar las diferencias culturales y ofrecer consuelo tras una tragedia inimaginable. Mientras seguimos luchando contra los prejuicios y la división en nuestro mundo actual, el legado de estos conciertos sirve de inspiración y de llamada a la acción, haciéndose eco de la creencia de Bernstein en la capacidad de la música para unir a la humanidad.
Fuentes
Artículo en línea Una rapsodia para las generaciones, Archivos del JDC. Consultado en agosto de 2024.
Bernstein, Michael Leonard Bernstein, Música y reconciliación en Alemania, 1948 y hoy, 25 de mayo de 2018
Axelrod, Toby. Exposiciones emblemáticas arrojan luz sobre la vida en los campos de desplazados alemanes tras el Holocausto. Jerusalem Post, 2023. Consultado en agosto de 2024.