Simon Barere
La lucha de un pianista a través de la guerra y la revolución
Simon Barere, nacido en Odessa el 1 de septiembre de 1896, se enfrentó a numerosos obstáculos a lo largo de su temprana carrera que le impidieron alcanzar el reconocimiento internacional que su notable talento merecía. Su vida estuvo marcada por la agitación política, la guerra y la persecución, lo que le obligó a reconstruir repetidamente su carrera en circunstancias difíciles.
Nacido en el seno de una familia judía numerosa, Barere fue el undécimo de trece hermanos y su talento musical surgió a una edad temprana. Tras la muerte de su padre, el joven pianista ayudó a mantener a su familia tocando en cines y cafés. A los 11 años, fue admitido en la Academia Imperial de Música de Odessa y demostró una habilidad excepcional.
Tras la muerte de su madre a los 16 años, Barere viajó a San Petersburgo para ampliar su formación. Allí tocó para Alexander Glazunov, compositor y director del Conservatorio, que quedó inmediatamente impresionado por el talento de Barere. Glazunov se interesó personalmente por el joven pianista, lo protegió de las normas antisemitas de la Rusia zarista y se aseguró de que pudiera permanecer en el Conservatorio durante siete años, evitando así el servicio militar obligatorio.
En el Conservatorio, Barere estudió primero con Anna Yesipova, hasta su muerte en 1914, y después con Felix Blumenfeld, que también fue profesor de Vladimir Horowitz. Tras graduarse, Barere ganó el prestigioso Premio Rubinstein y comenzó su carrera como profesor en el Conservatorio de Kiev, a la vez que actuaba por toda la región.
Sin embargo, la carrera de Barere se vio gravemente obstaculizada por la situación política que siguió a la Revolución Rusa. Tras la muerte de Lenin en 1924, el breve periodo de liberalismo dio paso a crecientes restricciones bajo el régimen de Stalin. En particular, las autoridades soviéticas no permitieron a Barere realizar giras fuera del país, lo que le impidió labrarse una reputación internacional durante sus mejores años como intérprete.
Escape de la Unión Soviética
En 1928, Barere tuvo por fin la oportunidad de abandonar la Unión Soviética al ser nombrado embajador cultural en los países bálticos y Escandinavia. Este cargo ofrecía a un artista soviético la rara oportunidad de viajar al extranjero en una época en la que la mayoría estaba confinada dentro de las fronteras del país. Con base en Riga (Letonia), comenzó a representar la cultura soviética en actuaciones por los países bálticos y nórdicos.
Durante este tiempo, Barere vivió con la constante incertidumbre a la que se enfrentaban los ciudadanos soviéticos en el extranjero, consciente de que sus acciones y actuaciones eran vigiladas y comunicadas a Moscú. A pesar de estas presiones, aprovechó la oportunidad para planificar el futuro de su familia. A través de cuidadosas gestiones, y probablemente de algunos contactos diplomáticos que había hecho, Barere consiguió que su esposa Helena Vlashek, con la que se había casado en 1920, y su pequeño hijo Boris fueran liberados de la Rusia soviética en 1932.
No se trataba de una hazaña menor en la época de Stalin, cuando el régimen desconfiaba cada vez más de los ciudadanos que intentaban salir del país. Muchos artistas soviéticos que viajaban al extranjero se enfrentaban a la difícil decisión de regresar o no, sabiendo que no hacerlo podía tener repercusiones para los miembros de la familia que quedaban atrás. El éxito de Barere a la hora de sacar a su familia del país habla tanto de su determinación como, probablemente, de su cuidadosa navegación por la burocracia soviética.
Mientras residía en Riga, Barere comenzó a establecer vínculos con los círculos musicales de Europa Occidental. Realizó sus primeras grabaciones para Odéon en 1929 durante una gira por Escandinavia. Estas primeras grabaciones incluían obras de Chopin, Liszt y Rachmaninov, compositores que seguirían siendo fundamentales en su repertorio a lo largo de toda su carrera. Estas grabaciones representaron la primera oportunidad de Barere de compartir su arte más allá de la sala de conciertos y con audiencias fuera del control soviético.
Durante sus giras por la región báltica, Barere actuó con otros músicos distinguidos, entre ellos el violinista David Oistrakh. Boris Barere recordó más tarde que durante algunas de las giras por el empobrecido campo, a los músicos se les pagaba a menudo con sacos de patatas en lugar de dinero, un recordatorio de las realidades económicas del periodo posrevolucionario y de las difíciles condiciones en las que trabajaban los artistas.
Los años de Berlín y la persecución nazi
Tras su éxito como embajador cultural, Barere decidió instalarse en Berlín para impulsar su carrera. Esta decisión, que en un principio parecía prometedora, resultó desastrosa, pues el régimen nazi ya estaba aplicando políticas antijudías.
A pesar de un debut en solitario bien recibido en Berlín, la carrera de Barere se vio inmediatamente sofocada por las normas nazis. Su hijo Boris recordaba que el mánager de Barere había organizado una extensa gira de unas 40 actuaciones, pero se vio obligado a cancelar todos los compromisos debido a la política del régimen contra los judíos.
La familia se encontró en una situación económica desesperada. Como había hecho en su juventud, Barere volvió a tocar en cafés y bares para mantener a su familia. Su hijo Boris describió cómo su padre actuaba a veces entre números de vodevil como malabaristas y tragasables. Para un pianista del calibre de Barere -que había ganado el Premio Rubinstein y había interpretado grandes obras de concierto-, esta situación era especialmente humillante.
Escape a Suecia
A medida que se intensificaba la persecución nazi de los judíos en Alemania, la familia Barere reconoció el creciente peligro y huyó a Suecia. Este traslado representó otro desarraigo y un nuevo comienzo para el pianista, que ya había experimentado múltiples desplazamientos: de Odesa a San Petersburgo, a Kiev, a Riga, a Berlín y ahora a Suecia.
El impacto psicológico de estas experiencias afectó mucho a Barere. Boris recordó que su padre sufrió un período de 18 meses de profunda depresión durante su estancia en Suecia. Este prolongado período de angustia psicológica revela el efecto acumulativo de la persecución política, los reveses en su carrera y la constante incertidumbre que habían caracterizado la vida de Barere.
Durante este difícil periodo, Boris asistió a la escuela en Suecia mientras su padre luchaba por recuperar su equilibrio emocional y su confianza musical. La familia no sólo se enfrentaba al reto de establecerse en otro país, sino también a los continuos informes sobre el empeoramiento de las condiciones de vida de los judíos en Alemania y las crecientes tensiones políticas en toda Europa.
El periodo sueco fue para Barere tanto un refugio contra el peligro inmediato como un tiempo de dolorosa reflexión. La neutralidad de Suecia proporcionaba seguridad, pero para un concertista de piano el país ofrecía oportunidades limitadas de actuación en comparación con los principales centros culturales europeos. No obstante, Barere empezó a salir de su depresión y trató de reconstruir su carrera.
Suecia se convirtió en la base desde la que Barere intentó restablecer su presencia en los círculos musicales europeos. Poco a poco, empezó a aceptar compromisos y a establecer contactos con organizadores de conciertos y colegas músicos. Aunque su reputación se había resentido tras años de exposición limitada fuera de la Unión Soviética y de compromisos cancelados en Alemania, su notable talento no se había visto mermado.
Desde Suecia, Barere comenzó a planificar su siguiente paso profesional, al darse cuenta de que para llegar a un público más amplio necesitaría actuar en los principales centros culturales de Europa Occidental. Esto le llevó a tomar la decisión de buscar oportunidades en Londres, donde el clima político era más favorable a los artistas judíos y existía una floreciente escena de música clásica.
Mudanza a Londres y renacimiento de su carrera
En 1934, Barere se trasladó a Londres para debutar en recitales británicos en el Aeolian Hall. Más tarde, ese mismo año, aceptó una invitación de Sir Thomas Beecham para interpretar el Concierto para piano nº 1 de Tchaikovsky. Estas apariciones fueron bien recibidas y dieron lugar a una serie de grabaciones para His Master's Voice (HMV) entre 1934 y 1936.
The Times informaba en enero de 1934:
"Incluso en estos días en los que los buenos pianistas son comunes, M. Simon Barer, que dio su primer recital en el Aeolian Hall el martes, es excepcional."
Sobre la interpretación de Barere del Étude for the Left Hand de Blumenfeld, el periódico señaló:
"Si el ojo no hubiera visto la mano derecha apoyada en la pernera del pantalón, el oído habría declarado que no era posible abarcar todo el compás del teclado con una facilidad tan consumada y un efecto musical tan impoluto con la mano izquierda sola."
Estas grabaciones e interpretaciones contribuyeron a consolidar la reputación de Barere a escala internacional. Las grabaciones de HMV incluían obras virtuosas de Liszt, Schumann, Balakirev, Scriabin, Godowsky y composiciones de sus maestros Glazunov y Blumenfeld. Su interpretación de la desafiante "Islamey" de Balakirev y del "Étude for the Left Hand" de Blumenfeld demostró especialmente sus extraordinarias habilidades técnicas.
El éxito de crítica de estas actuaciones y grabaciones hizo que Barere fuera invitado a actuar en el Carnegie Hall de Nueva York en 1936. Sin embargo, justo cuando su carrera internacional empezaba a florecer tras años de restricciones y penurias, el estallido de la Segunda Guerra Mundial volvería a trastocar su trayectoria profesional.
El impacto de la agitación política en una carrera musical
Los comienzos de la vida y la carrera de Simon Barere ejemplifican cómo las circunstancias políticas pueden afectar profundamente al desarrollo artístico. Desde las restricciones del régimen soviético hasta la persecución por parte de los nazis, Barere se vio obligado en repetidas ocasiones a reconstruir su carrera y adaptarse a circunstancias difíciles.
A pesar de su extraordinario talento -reconocido por figuras como Glazunov, Horowitz y Beecham- Barere pasó gran parte de sus mejores años de interpretación confinado en la Unión Soviética o luchando por mantener un sustento básico en entornos hostiles. Estas circunstancias ayudan a explicar por qué, a pesar de sus fenomenales habilidades, Barere no alcanzó el mismo nivel de reconocimiento internacional que algunos de sus contemporáneos durante su relativamente corta vida.
Fuentes
The Piano Files, Celebrating Simon Barere, 2021 (consultado en abril de 2025)
Bach Cantatas Website, Breve biografía de Simon Barere.
Sitio web de Bach Cantatas, Biografía breve de Simon Barere, mayo de 2017. (consultado en abril de 2025)
Jonathan Summers, Simon Barere, Naxos Educational, 2009 (consultado en abril de 2025)